Asumir el “realismo mágico” y tomar el bastón de mariscal para construir futuro
Por Daniela Bambill
“- “Debían ser como tres mil- murmuró”
– “¿Qué?”
– “Los muertos-aclaró él- Debían ser todos los que estaban en la estación”
La mujer lo miró con una mirada de lástima “aquí no ha habido muertos, desde los tiempos de tu tío, el coronel, no ha pasado nada en Macondo” (…) Tampoco él, su hermano, creyó la versión de la masacre ni la pesadilla de tren cargado de muertos que viajaban hacia el mar. La noche anterior habían leído un bando nacional y extraordinario para informar que los obreros habían obedecido la orden de evacuar la estación. (…) La versión oficial, mil veces repetida y machacada en todo el país por cuanto medio de divulgación encontró el gobierno a su alcance, terminó por imponerse: no hubo muertos, los trabajadores satisfechos habían vuelto con sus familias y la compañía bananera suspendía sus actividades mientras pasaba la lluvia”
Gabriel García Márquez, Cien años de Soledad.
La Argentina con sus aspiraciones europeas, marcadas por el porteñocentrismo imperante desde tiempos inmemoriales pareció escapar siempre de las lógicas latinoamericanas que magistralmente García Márquez convirtió en relatos de realismo mágico, tal vez como los pergaminos de Melquiades, “Deben pasar cien años para que lo escrito en ellos tome sentido”.
Sin embargo, los eventos escondidos en la historia, como el fusilamiento de Dorrego, la traición de Urquiza, el bombardeo a Plaza de Mayo, los fusilamientos en José León Suarez, las masacres en el país profundo como la acontecida en Margarita Belén, solo vieron la luz de la verdad histórica por voluntad política de quienes se atrevieron a abrir la puerta del cuarto donde siempre era marzo y siempre era lunes…
Argentina grita su latinoamericanismo mágico y trágico a pesar de la sordera europeizante y la historia escrita en letra de molde repetida en manuales escolares edulcorados para la comodidad de las consciencias.
A un mes del intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación, asistimos impávidos a la inacción deliberada de la Justicia Federal que hace tiempo perdió la venda en los ojos y su balanza está inclinada hacia el lado de los poderosos.
Solo 4 detenidos y el tiempo prudencial para que se eliminen las pruebas que conectan a los financistas e ideólogos del atentado, la destrucción de una prueba fundamental como el teléfono del asesino se han naturalizado como parte del cotidiano en un país donde los habitantes pelean a diario por sostener lo poco que les va quedando producto de políticas económicas deliberadamente dañinas o erráticas según el paso del tiempo.
Desde la maquinaria propagandística infernal que domina el poder real la puesta en duda de los hechos que millones de argentinos hemos visto en vivo y en directo por TV y que, por gracia divina o magia, según quién lo piense, esa bala no se estrelló en la cabeza de Cristina Kirchner.
La maquinaria vocifera dudas, escribe teorías obscenas donde la semántica se transforma en una trabajadora del burdel de Pilar Ternera complaciendo a los señores que invierten su dinero para que la verdad sea una más de las trabajadoras del burdel y se acomode a las necesidades de la clientela oscura y poderosa que no sabe de pérdidas porque la historia les ha reservado el lugar de los privilegios.
A un mes del intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación, la prensa hegemónica diluye el tema y la prensa “amiga de la verdad” corre detrás de la agenda del gigante, entendiendo que el show debe continuar y se deben contar los temas “que le interesan a la gente”.
El gobierno se mantiene en el incómodo lugar que ha elegido hace tiempo, sentado sobre la ola que surfea la realidad cotidiana con frases se ocasión y actos a los que nadie les presta atención. Todavía no se han escuchado las explicaciones de quienes debían cuidar a Cristina.
El ruido de las piedras en su despacho un mes antes de la bala que no salió sigue aturdiendo, y todavía no tuvo explicación lógica por parte del Ministerio de Seguridad de la Nación, como tampoco la impericia a la hora de protegerla la noche del intento de asesinato.
La Agencia Federal de Inteligencia fue burlada por un “lobo solitario” según palabras de su titular a 24 horas del atentado y todavía no ha dado explicaciones sobre el seguimiento que subestimaron de la célula terrorista que planeaba el magnicidio y de la cuál la misma AFI expone tres semanas después como prueba ante la Justicia sin venda en los ojos.
Las provocaciones y la violencia con luces de set siguen su derrotero diario, la supuesta corrupción como el gran paraguas del hartazgo social que da lugar a la naturalización del intento de asesinato y el show de jueces y fiscales que continúan el plan de eliminar civil y políticamente a Cristina sigue su curso.
La indefensión a la que hizo referencia la vicepresidenta en su alegato judicial es la indefensión de todas y todos. Dirigentes, militantes, ciudadanos sin filiación política. Si alguien supone que mirando para otro lado y cuidando su quintita está libre de peligro no ha comprendido jamás la historia.
El final del statu quo solo depende de la voluntad política de quienes tengan el coraje para asumir que algo está muriendo y algo no termina de nacer. La bala que no salió fue el punto de inflexión para muchos a pesar de los intentos de apaciguar consciencias con lógicas perimidas.
En el cuarto donde siempre es marzo y siempre es lunes, los pergaminos de Melquiades están descifrados, porque en este lugar de América Latina, donde los ojos miran al Atlántico y le dan la espalda a la América profunda, llegó el momento de romper con el sino trágico que también nos alcanza y comenzar a reescribir la historia.
Presidenta del Instituto Independencia