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«El revolver en la balanza de la justicia» por Daniela Bambill

Del revolver en la balanza de la Justicia, Rosatti  y sus cartas,   internismos y otras yerbas.

La Justicia no tiene venda en los ojos ni balanza equilibrada desde que un sector del Poder Judicial ha decidido ser el brazo armado de los poderes fácticos que creen ser los dueños del país.

A cinco meses del intento de asesinato de Cristina Fernandez de Kichner la imagen de la Justicia podría pensarse con un revolver en el plato que inclina la balanza. El Poder Judicial es cómplice.

Ningún magnicidio se ejecutó sin connivencia, no es una opinión es un dato histórico.

El manejo gubernamental del tema es otro elemento vergonzante en este entramado de inmundicias que rodean la naturalización de lo que, por milagro o casualidad, no fue un crimen espantoso transmitido en vivo y en directo.

“La realidad se puede tapar o se puede hacer tapa” rezaba una amenaza publicitaria del grupo Clarín hace unos años. Con el intento de magnicidio intentaron primero minimizarlo y luego lo “desaparecieron” de la realidad cotidiana convirtiéndolo en un “caso policial” de esos que prometen el misterio eterno. Cumplieron su amenaza.

Naturalizar la muerte es la consigna. La violencia verbal se cristalizó, conmocionó un par de semanas y desapareció de la agenda nacional.

No es necesario describir el accionar de la Jueza Capuchetti desde el minuto cero con el teléfono del asesino estropeado para evitar indagar más allá del lumpenaje visible. No es necesario preguntarse por qué no se investigó al Grupo Caputto, financista de los asesinos, no es necesario explicitar que son parte del macrismo como lo es el Diputado Nacional Milman, que todavía ostenta su cargo para vergüenza de un cuerpo incapaz de hacer respetar mínimamente las normas básicas del decoro y la ética que debería envestir a sus miembros sin distinción de partido político.

La baja intensidad democrática tiene su clímax en la decisión de Rosatti autonombrado en el órgano de control de la Justicia como Presidente y quedar de esa manera de los dos lados del mostrador, es el Presidente del máximo organismo judicial y el Presidente del organismo que debe controlar al Poder Judicial. Una Corte con 4 miembros, 2 nombrados por decreto por Macri y luego convalidados a fuerza de “carpetazos” por un Congreso débil de papeles. Y dos históricos aspirantes al poder absoluto con mucha mugre bajo sus alfombras.

Rosatti tiene en su poder la definición de candidaturas a la Presidencia de la Nación con la carta de proscripción de Cristina Fernandez de Kirchner como recurso exclusivo y extraordinario. Por qué no sería capaz de utilizarlo si se hizo de la presidencia del Consejo de la Magistratura “derogando” de hecho una Ley vigente por más de 15 años y poniendo en vigencia una anterior. Si, el Señor Juez tiene las cartas marcadas y maneja el juego.

Beneficiar la campaña del PRO con un fallo contra el Federalismo, contra los Pueblos de la provincias, decretando como debe distribuirse la coparticipación federal, beneficiar a sus mecenas interviniendo en la decisión del Ejecutivo de declarar servicio básico las telecomunicaciones,  intervenir en las decisiones de un Bloque en el Senado intentando modificar su constitución, serían ejemplos de grandes escándalos mediáticos contra la República y las leyes y buenas costumbres si nacieran del seno de cualquiera de los otros poderes constitucionales.

Para el ciudadano común que lidia con la carencia de la justa distribución del ingreso, la inflación que le impide ver concretada en su cotidiano las planillas de una economía pujante que tiene el beneplácito de amplios sectores sin diferenciación de marco ideológico, no es un tema importante la baja intensidad democrática. El bolsillo es la víscera más sensible, dijo el que más sabía del tema…

Para el ciudadano común, Rosatti, la Corte y la Justicia son solo temas de la política que no le interesa y de Cristina. Punto para la prensa hegemónica y la “no tanto”.

La impunidad de los cortesanos, la impunidad del poder real, la inacción de un Gobierno que sigue buscando su rumbo en los temas estructurales y ha quedado preso del paso del cangrejo en cada intento concreto, la desinformación de la ciudadanía y un contexto mundial en el que la política es la madre de todos los males son la sopa vernácula en la que nadamos agobiados intentando encontrar llegar a la orilla para quitarnos el hedor y comenzar de nuevo.

A cinco meses del intento de asesinato de Cristina son muchas más las preguntas que las respuestas, pero hay una sola certeza: Nadie quiere saber más de lo que se sabe. Tal vez a nadie le convenga que los hilos cedan y el entramado deje al descubierto la red de relaciones en la que por acción u omisión algún grado de responsabilidad política mancha sin importar el lado de la grieta en la que estén parados.

Debemos enfrentar un año electoral, la apatía ciudadana no se conquista con sainetes ni correveidiles de egos cascoteados, no vamos a conquistar votos con reivindicaciones pasadas tampoco, no lo haremos con inauguraciones compulsivas, no lo haremos con agendas alejadas de la realidad cotidiana.

La oposición sabe mentir, tienen un master en venta de espejitos de colores y desparramo de caca en la cancha. Esas serán sus armas en la contienda.

La política es proyección de futuro, al electorado se lo conquista con propuestas, con proyectos sólidos, con garantía de certezas mínimas, resulta poco seductor un candidato que cuente por qué no pudo hacer lo que quiso, por ejemplo. Resulta poco amigable votar un sainete de vedettes enojadas entre sí.

Tal vez, comenzar a organizarnos de una vez en torno a un proyecto político que exprese la realidad y el camino concretos de soluciones a obtener sea la tarea. Tal vez comenzar a retomar el ejercicio de la política, como lo hizo Néstor Kirchner en el 2003 sea la salida a la mediocridad que nos rodea y genera el estancamiento y la indiferencia de un electorado cada día más fracturado y desconcertado.

Tomar el bastón de mariscal es pasar de la queja a la propuesta, de la foto a la organización real, de la espera de maná del cielo al trabajo cotidiano, de las zancadillas entre nosotros a pensar en el pueblo y el futuro de la Patria.

Tomar el bastón de mariscal es volver a hacer política, que en definitiva es la más noble de las actividades humanas porque es darse en función del otro.

Hace cinco meses Cristina no entregó la vida, por milagro o casualidad. ¿Nos vamos a resignar a que Rosatti defina nuestro candidato?

 

Daniela Bambill. Presidenta del Instituto Independencia.