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2016, El año de institucionalización de la estulticia

Hacer un balance del Gobierno de Macri constituye un galimatías, sencillamente porque a doce meses de haber asumido el Presidente no está claro quién gobierna la Argentina.

La salida de Alfonso Prat Gay el primer día de las enésimas vacaciones del primer mandatario, su reemplazo por un columnista estrella del multimedios y la rápida justificación sobre una decisión que a esta altura no se puede aventurar quien realmente tomó, son el botón de muestra de una concatenación de hechos que dan como resultado un Estado Nación raquítico bajo el yugo de las corporaciones vernáculas y extranjeras.

Según la Constitución Nacional, La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, veamos…

El centralismo porteño ha vuelto en su versión más grotesca, brutal y despiadada. Por primera vez en la historia de la Nación se vota un partido vecinalista con una fórmula cerrada en términos de federalismo.  Analizar la colaboración del partido centenario y parte del peronismo en lo concerniente a la territorialidad necesaria para enfrentar una elección es otro galimatías y resultaría hasta abrumadoramente reduntante.  El Federalismo ha quedado sepultado bajo políticas de gobierno que apuntan exclusivamente a la concentración económica en pocas manos, sin atisbo de gestión en ninguna otra área gubernamental.

La República está constituida por tres Poderes, independientes entre sí. ¿Qué sucedió este año? El Poder Ejecutivo está absolutamente condicionado por el Poder Judicial o viceversa. En la mediatización atroz de causas judiciales de oscura procedencia, de los últimos doce meses que dieron como resultado la judicialización extrema de la política y la venda caída junto a la balanza que beneficia a los protagonistas de las estafas contra el Estado Nacional más evidentes de las que se tenga memoria para permitir su permanencia o ascenso a cargos gubernamentales está la clave de contaminación entre dos de los tres Poderes de la República.

¿Qué sucede con el Parlamento? El tercer Poder de la tríada republicana padece de los efectos de una anestesia que parece no tener fin. La representatividad, tercer elemento de la Forma de Gobierno está en crisis y la vidriera es el Edificio de la Avenida Entre Ríos.

Una primera minoría fragmentada y sin conducción, defecciones varias y acusaciones mutuas han dejado al descubierto el mayor déficit del Proyecto kirchnerista, la construcción política, sólida  sustentable.

Recorrer el año poniendo la mira en el bloque que debería representar al 49% de la población evidencia la suma de individualidades con mayor o nivel compromiso, no hay un Bloque Político que enfrente las constantes aberraciones oficialistas.  Se podrá cuestionar desde diferentes argumentos esta afirmación.

Hemos visto  durante el año, miles de declamaciones en las redes sociales y pocos reflejos políticos concretos. Parece que el Parlamento se reduce a 140 caracteres. Pocos han sido los legisladores que se han atrevido a ponerse al hombro el rol opositor para el que fueron votados más allá de la consigna y el discurso famélico frente al atropello institucional permanente.

Los neologismos y la creatividad twittera han enterrado la labor parlamentaria este año de inacción a la espera de órdenes divinas que nunca llegaron y guerra de egos irresuelta.

En el territorio  la batalla es otra, la acuciante realidad obliga a los ejecutivos provinciales y locales a una tarea titánica frente al desgobierno del oficialismo nacional en el primer caso y nacional y provincial en el segundo. Los y las Intendentes son el primer eslabón de Poder con quien se enfrenta el ciudadano, sobre ellos y ellas recaen las demandas primarias en todos los órdenes en todo el país, independientemente del color partidario de los Gobernadores.

Frente a la crisis de representatividad política a la que nos está llevando aceleradamente el oficialismo con su mejor arma, los medios de comunicación hegemónicos, no hay gobierno municipal que sortee el golpe de la antipolítica, por más buena gestión que se logre.

Analizar el Gobierno de Macri es meterse de lleno en la sinrazón y la estupidez, sencillamente porque Macri no gobierna.
El marco aportado por una sociedad despolitizada y presa de la información deglutida y vomitada como plato principal en cada mesa, por un lado y la inacción de una oposición fragmentada y sin conducción estratégica  fue el propicio para la cadena de desaciertos, en el mejor de los casos, y las decisiones rayanas a la ilegalidad, en el peor de los casos.

La derrota no ha sido sobre la contienda electoral de 2015, sino que se extiende y acrecienta en cada gota de anestesia derramada por la riña de gallos famélicos que no termina de resolverse.

2017 será crucial, las legislativas marcarán el termómetro y el camino a 2019, más allá de las encuestas.

De la tan lejana UNIDAD de concepción para lograr la tan  UNIDAD en la acción depende el futuro del país.

Volver al viejo apotegma que pareció invertirse en los últimos años  tal vez sea el camino: Primero la PATRIA, después el MOVIMIENTO y por último los hombres.

 

Daniela Bambill

Presidenta