La denuncia formulada por la interventora de la AFI, Susana Caamaño, en el sentido de que, por decisión presidencial, la Agencia espiaba a los familiares de los marinos desaparecidos con el hundimiento del ARA San Juan ha puesto de manifiesto, si ello aún era necesario, la perversa sordidez del régimen macrista. Padres, madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas de los héroes del submarino argentino, honrados por todas las Armadas del mundo, que buscaban una respuesta a la pregunta que se hacía el conjunto de los argentinos, fueron inescrupulosamente espiados por el gobierno. Vale la pena agregar que en el año 2018, el abogado Luis Tagliapietra, padre de uno de los marinos desaparecidos, había denunciado este espionaje ante la fiscalía federal de Caleta Olivia, sin obtener respuesta alguna.

Macri, el PRO y sus aliados radicales tomaron al estado como si fuera una corporación y al conjunto de los funcionarios y empleados estatales, civiles y militares, así como a la ciudadanía, como simples empleados a sus órdenes, sospechosos de hurto de alguna herramienta. Mientras tanto, el directorio de la corporación, Macri y sus ministros, endeudaban por cien años al país, transferían el producto de ese endeudamiento a paraísos fiscales, cerraban pequeñas y medianas empresas y hacían crecer la desocupación y la pérdida de valor adquisitivo al conjunto de los trabajadores.

Mauricio Macri tiene, como se ha visto, una pulsión a espiar. Lo hizo con su propia familia. Ese es su problema personal.

Pero lo catastrófico es que gobernó por cuatro años la Argentina en nombre del conjunto del establishment económico, del capital concentrado argentino y extranjero, de los bancos y los grandes exportadores. Su perversa patología fue instrumental al saqueo que sufrimos.

El gobierno nacional y popular, que logró poner fin al cuatrenio nefasto, debe imponer el rigor de la justicia sobre todos estos desmanes.

Mesa directiva del Instituto Independencia.