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Lejos de las falsas dicotomías proponemos un debate franco para pensar la escuela que viene.

La situación de pandemia ha puesta la vida en crisis no solo por su efecto fatal, la muerte, sino por las formas en que conmueve el orden cotidiano de las personas. Fuerza disruptiva que nos obliga a poner en suspenso nuestros hábitos más arraigados que no solo nos condiciona las relaciones con los y las otras más cercanos en los afectos, sino que, en mayor o menor medida, interrumpe el “orden de las cosas”. Una dimensión muy valiosa de ese orden es la escolaridad. Como educadores peronistas siempre hemos sostenido que la escuela es el mejor lugar para los niños, las niñas y las y los jóvenes. Esta declaración no es una expresión de deseos, en la historia argentina el peronismo fue la fuerza política que ha permitido afianzar de manera firme y decidida la democratización de la educación.

Herederos de esas tradiciones democratizadoras y situados en nuestro momento nos encontramos frente a la necesidad de acompañar a las y los estudiantes, las y los docentes y las familias en el esfuerzo por sostener la educación en las circunstancias que impone la realidad que vivimos. Queremos aportar desde la reflexión político pedagógica a la mejora en la enseñanza en este contexto, pero sin perder de vista que no habrá “regreso a la normalidad” como si nos hubiésemos despertado de un mal sueño.

No queremos ser partícipes involuntarios del falso debate entre presencialidad y virtualidad como lo han propuesto la oposición politica y la cadena nacional de medios de comunicación privados. Tampoco, y mucho menos, optar en la falsa dicotomía entre salud versus educación, ambos derechos indisociables en nuestra doctrina. En las crisis emergen contradicciones y nos hacemos cargo de ellas.

Nos preocupa la escuela y nos ocupa proponer alternativas para la solución de los problemas derivados de la coyuntura que imponen las políticas sanitarias y tender puentes para pensar la escuela a la que volverán los y las estudiantes.

Queremos acompañar a las familias y a las comunidades escolares para sostener la escolaridad con la mayor calidad que se pueda pensar y mitigar todo en cuanto se pueda las situaciones de abandono que se pudieron haber producido.

La particular situación generada por la pandemia nos podría servir para que se reordenen las propuestas de modo de conectar mejor con los intereses, y desarrollar propuestas que se puedan trabajar en cualquiera de los escenarios -a distancia, semipresencial, presencial.

Probablemente esto sea atacado por el neoliberalismo que pretende mantener ciertos estándares como único criterio de calidad. No es casual que la pregunta es ¿cómo se recuperarán los contenidos de estos años?  De allí que, como peronistas sostenemos que aspiramos un modelo pedagógico de calidad, no de mera contención.

También tendremos que valorar los saberes propios de cada familia, que la escuela en general deja de lado. Los chicos y las chicas en casa puede ser un momento para que aprendan todo tipo de cuestiones. Retomando a Tonucci, profundizar en aquellas cosas que han hecho, visto y oído en este tiempo. Los juegos, las historias, etc. pueden dar muchos elementos.

Otro aspecto a tener en cuenta es el tiempo que tenemos por delante. Habrá que reordenar los programas teniendo en cuenta las condiciones que estén los alumnos. Ese tiempo será insuficiente si nos paramos en los programas de siempre y la visión bancaria de Paulo Freire. En cambio, el tiempo será suficiente para desarrollar las capacidades a partir de lo que efectivamente saben hacer -no de lo que no saben-.

Es necesario también ayudar a la comunicación familias-docentes. En muchos casos sigue siendo unidireccional. La fragmentación estructural y la preeminencia de los programas sobre las realidades aumenta la presión sobre los docentes. Una reorganización que permita interactuar con menos estudiantes a la vez, y con menos presión de “temas que se deben agotar”, permite bajar el estrés del docente y facilitar la comunicación.

Consideramos este tiempo aciago como una oportunidad para apostar a la escuela que soñamos, alumnos y alumnas, docentes y familias, un camino solo posible si entablamos un debate franco con el compromiso de toda la comunidad educativa, libre de postulados coyunturales oportunistas que lejos de aportar, enturbian y confunden.

 

Mesa de Educadores del Instituto Independencia.

Mayo, 2021

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