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Llamame Francisco

Por Aldo Duzdevich

Autor del libro: “La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.

 

La recién estrenada serie de Netflix sobre la vida del Papa Francisco genera nuevas y

viejas polémicas en la Argentina.

La serie de cuatro capítulos, está basada en una investigación de Martin Salinas, sobre la

vida de Jorge Bergoglio. En materia de libros esto sería una “biografía autorizada”. Es

decir que el protagonista de la historia: hoy Francisco, conoció y aprobó en términos

generales su contenido. Tiene como protagonista a Rodrigo De la Serna, y fue dirigida

por el italiano Daniele Luchetti. Como película para mi gusto es excelente, actores,

fotografía, recreación de época, música, todo. Pero bueno, lo mio no es el cine; el motivo

de la nota es hablar de su contenido, no de sus formas.

Un Papa peronista

La película arranca mostrando a un Jorge muy joven que todavía no ingreso al seminario

y allí viene la primer sorpresa fuerte. Un grupo de amigos en un bar, le cuestionan como

el, siendo peronista, se va a hacer cura. Luego sigue una discusión con otro grupo de

antiperonistas, y Jorge copa la parada recibiendo un cachetazo. Me detuve allí, y me cayó la ficha…o mas bien varios kilos de fichas por la cabeza.

Están mostrando al Papa, al líder espiritual mas importante de Occidente, diciendo que en

su juventud era peronista; la pucha… es pesado eso. Honestamente creo, que en el

peronismo, salvo algunos pocos dirigentes como Eduardo Valdez o Guillermo Moreno,

que lo apoyaron del primer día, los demás, todavía, no tomaron noción, de la

trascendencia universal de este hecho.

Y, que hoy, 75 millones de espectadores de 130 países, puedan ver esta serie y enterarse

que el Papa era (o es) peronista; es un tema grueso merecedor de muchos análisis.

Pero bueno, mientras Bergoglio era nombrado Papa y el Tercer Mundo festejaba, nosotros

estábamos enredados en el desconcierto del desconocimiento, y en los editoriales de

6-7-8 y Pagina 12.

La cosa se aclaró un poco cuando Cristina viajo a Roma, lo abrazo, e inicio un fuerte

vinculo que no había existido antes. Pero, una gran mayoría de militantes quedo

rumiando por lo bajo.

De inmediato la serie salta al segundo tema: la dictadura militar, y el papel de Bergoglio

durante la misma, que es en verdad, el tema, de la película. Dos tercios de la serie están

concentrados en esta etapa.

La dictadura en su dimensión mas cruel Muchos de nosotros, ya hemos visto algunas películas que retratan la ferocidad del

terrorismo de estado. Pero creo, por primera vez se va a ver en el mundo, escenas

prolijamente recreadas de lo que fue la represión ilegal en Argentina. El asesinato de dos

curas en La Rioja, el crimen de Angelelli, las salas de tortura de la ESMA , los vuelos de la

muerte. Todo relatado en un lenguaje cinematográfico respetuoso de las víctimas, pero

fiel reflejo de la crueldad con que se cometieron.

Este es un punto a favor de la serie. En momentos en que se intenta retroceder en materia

de derechos humanos, esta película cuyo contenido fue implícitamente avalado por

Francisco, muestra en toda su dimensión el salvajismo del régimen militar; y, además,

castiga con nombre y apellido a la jerarquía eclesiástica de la época.

Francisco y la culpa del sobreviviente

“Y ahora, los que estamos vivos, y aquí enteros, después de habernos muerto de miedo, muertos de vergüenza por no estar muertos, mientras otros morían de verdad.(…) La

jerarquía me saco de la cárcel en Abril, después de tan solo 9 días de preso; pero mucho

menos logro para miles que no aparecen más…; yo siento la vergüenza de estar vivo”.

Estas palabras pertenecen a otro cura, el padre Jorge Galli, detenido el 24 de marzo en la

capilla de un humilde barrio de Pergamino. Quien lo rescato fue el Obispo Ponce de León,

(asesinado tiempo después en un “accidente de tránsito”). Jorge Galli a diferencia de

Jorge Bergoglio había sido, un activo militante de la Resistencia Peronista y jefe de

Montoneros hasta febrero de 1974 en que rompió con la organización. “La vergüenza de

estar vivo”repite varias veces en esa carta que escribió muchos años después.

Entre las heridas profundas que el genocidio dejo clavadas en la sociedad argentina,

existe una, poco tratada por la literatura: la culpa del sobreviviente.

Nos referimos al sobreviviente como aquellas personas que en los años 70 tuvieron una

militancia política dentro, o cercana a los grupos armados, u otras que por su rol social

estuvieron muy cerca de la tragedia.

La mayoría de los sobrevivientes cargan con su cruz. Por lo que hizo para salvar su vida,

por lo que no pudo hacer para salvar a los demás, por el dolor que produjo en su familia.

Siempre algo está dando vueltas en la conciencia de los viejos militantes.

Llegada la democracia y expuesto el horror de la represión también la sociedad, la opinión

publica dirigió su mirada sutilmente acusadora hacia los sobrevivientes. Y del “algo

habrán hecho” que justifico la represión, se pasó al “algo habrán hecho” para que hoy,

estén vivos.

Ejemplos sobran, y voy a contar algunos casos sin dar sus nombres.

Hace poco en un reportaje radial, una de las adolescentes que fue secuestrada y liberada

en el conocido episodio de “la noche de los lápices” , se deshacía dando explicaciones de

porque esta con vida: “nunca entendí porque, después de la tortura, a mi me liberaron, y a

mis amigas no”.

Un conocido escritor e intelectual peronista, que fue detenido y liberado a los dos meses

sin pasar por la ESMA, todavía sufre la culpa del “algo habrá hecho” para que lo liberen.

Conozco varios compañeros de pueblos chicos, que me han contado lo difícil que ha sido,

cruzarse durante años, con la mirada interrogante de los familiares, de sus amigos

desaparecidos. El único fugado de la ESMA, todavía es tratado de traidor por algunos

ex-prisioneros y otros que no lo son. Y tal vez el relato mas dramático, se puede leer en el

libro “Putas y Guerrilleras”, testimonio de mujeres que salvaron su vida acostándose con

sus carceleros.

¿Y porque esta larga introducción? Porque el padre Jorge Bergoglio, por el rol social que

tuvo en la época, por la cercanía con personas de su afecto que sufrieron la represión, por

lo que hizo para salvar unos pocos y lo que no pudo hacer para salvar a muchos mas,

pertenece a este colectivo social argentino de los sobrevivientes con culpa. Y con un

agravante; mientras fue Bergoglio nadie se ocupó de revisar mucho su pasado; pero al

convertirse en Francisco, en nuestro país se alzaron voces muy calificadas, acusándolo

de ser colaborador con la Dictadura.

Por mi tarea de investigar y escribir sobre los setenta, cuando conozco algún compañero

nuevo que me cuenta su historia, lo primero que hace, sin que yo lo pida, es dar largas

explicaciones sobre como hizo para “zafar”, palabra que usamos los ex militantes para

explicar porque estamos vivos; algo tan normal para el común de los mortales. Y

volviendo a Francisco creo que esta biografía autorizada hecha película, es su larga

explicación que ya nadie le pide, pero que el, necesitaba dar.

Enjuiciando a Jorge Bergoglio

En general a esto se dedican muchos periodistas, pero ya que me permiten el acceso a un

medio, no puedo dejar pasar la oportunidad, de juzgar cual tribunal inquisidor, nada

menos que a un Papa.

Voy a tomar el relato acusatorio realizado por el periodista Horacio Verbistky en su nota

en Página 12 del 2 de enero titulada “La mala conciencia del pontífice”.

Arranca diciendo “sorprende que el telefilm no se centre en su gestión papal sino en

episodios de su juventud en la Argentina y en especial en su comportamiento como

Superior Provincial de la Compañía de Jesús durante los años de la última dictadura” .

Comparto. Dos tercios de la serie están dedicados a cuatro años de su vida. Sigue: “la

serie falsifica los hechos para presentar al protagonista como un héroe de la resistencia a

aquel gobierno”. Bueno, yo no vi eso en la película, se ve a un cura algo burocrático, muy

mesurado, exageradamente prudente, temeroso, que solo da ayuda a unos pocos, que por

amistad y/o por su condición de buen samaritano no podía negar.

Luego sigue la nota refiriéndose a “tergiversaciones” sobre fechas o filiaciones políticas,

todos temas que en parte pueden ser intencionales y en parte son las licencias que se

toman los autores cuando hacen ficción basados en hechos reales.

En realidad lo mas importante de la acusación es el papel de Bergoglio ante el secuestro

de dos sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics. Tema sobre el cual

volveremos.

La primera parte de la pregunta ¿cómo zafaste?, estaría respondida por la posición

política de Jorge Bergoglio que es visible en la película. Cuando arranca y lo muestran

como peronista, no es mas que eso. Un joven que se dice peronista tal vez mas por

entorno y tradición familiar que por vocación de militancia política.

Jorge Bergoglio ingreso al Seminario de Villa Devoto en 1958 pero solo hizo allí su primer

año. Este Seminario fue cuna de lo mejor de la Iglesia progresista y revolucionaria. Su

rector Eduardo Pironio propicio un gran apertura teológica y pastoral. Allí daban clases

personalidades como Lucio Gera, Rafael Tello, Miguel Mascialino y Jorge Mejia. Pasaron

por sus aulas Carlos Mugica, Alejandro Mayol, Rodolfo Riciardelli, Jorge Galli y un grupo

de seminaristas que dejaron los hábitos para fundar las Fuerzas Armadas Peronistas,

FAP. Seguramente el joven Bergoglio se cruzó en los pasillos y conoció a muchos de

ellos. Pero, se hizo jesuita, no se integró a los curas del Tercer Mundo, ni mucho menos, a

alguna organización vinculada a la lucha armada.

Podemos juzgarlo mal por esto?. Bueno, para quienes consideran que el único

compromiso real y verdadero era la lucha armada seguramente si. Pero, para quienes aun

habiendo alentado y participado de la violencia revolucionaria, entendemos que fuimos

una pequeña parte de un todo muchísimo mas amplio, que es la lucha del pueblo por su

liberación, ya no juzgamos con la vara de los “elegidos” a quienes no lo hicieron.

Bergoglio, entonces, fue en los 70, un cura jesuita que por historia y formación intelectual

simpatizaba con el peronismo. Que, a los 36 años le dieron un alto cargo en su

congregación y se dedicó desde allí a su labor pastoral. Por lo tanto nada hacía prever

que fuese asesinado o desaparecido, ni tampoco que encabezara la lucha contra la

dictadura en 1976.

Podemos pensar que desde la protección que le daba el cargo, podría haber hecho mas.

Aunque a Ponce y Angelelli no les alcanzo la protección de Dios ni del cargo de Obispo .

¿Bergoglio tuvo miedo?, y… si. Todos tuvimos miedo. Mucho miedo. Que creemos ¿que

los 30 mil no tuvieron miedo?. Hay que meterse en la piel de los militantes de las

organizaciones armadas, que a partir del 24 de marzo, sufrieron un verdadera cacería, en

la cual lo mas temido eran los “dedos” o las citas cantadas, es decir los propios amigos y

compañeros que quebrada su condición humana se transformaban en delatores y

cazadores de su propia gente.

Porque no hizo mas? Porque consintió a las jerarquías? Porque no se fue de la Iglesia ?

Tal vez en la última parte del film Francisco responde alguna de estas preguntas. Allí se

lo ve convenciendo al padre Pepe Di Paola para que abandone la Villa 21-24 tras ser

amenazado por los narcos. Llama a una joven de la villa y le pregunta “Amanda decime,

vos preferís al padre Pepe, mártir en una estampita o así de carne y hueso para que los

case?” ella responde “así” y sigue “estampitas, santos, vírgenes, mártires hay muchos no?

demasiados…”

Algunos de los critican a Francisco, cuando les toco proteger a su gente, no eligieron

salvarlos sino empujarlos, a convertirse en mas, y mas mártires.

El secuestro de los sacerdotes Yorio y Jalics

El 23 de mayo de 1976 los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron

secuestrados por el ejército en la villa del Bajo Flores, meses después fueron liberados en

cercanías de Cañuelas. Podría tratarse de alguno de los miles de casos similares, pero su

particularidad es que pertenecían a la orden Jesuita cuyo “Provincial” era en ese

momento Jorge Bergoglio.

Horacio Verbiskty escribió una serie de notas acusando a Bergoglio de ser quien

denuncio ante los militares a ambos curas. Yorio falleció en agosto del 2000 y dejo una

carta de 1977 dirigida al superior de la Orden donde hace un extenso relato sobre su labor

pastoral y de su compleja relación con Bergoglio y otros integrantes del clero. De ella se

puede deducir que la relación entre ambos no era la mejor y que se sintió defraudado o

no acompañado; pero en ningún momento da a entender que el responsable de su

secuestro fue Bergoglio y si, afirma, que al ser liberado este se ocupó de conseguir

documentos y pasajes para sacarlo del país.

Francisco Jalics vive en Alemania e hizo público un comunicado desmintiendo que acuse

a Bergoglio de ser su denunciante.

HV en su última nota ya no dice que los mando a secuestrar, sino que lo acusa de haber

separado de la Orden Jesuita a ambos y eso los dejo sin protección a merced de la

represión. Este hecho, que esta contado en la película, es bien diferente a denunciarlos. Y,

por otro lado es difícil explicar cual sería la protección que brindaba ser jesuita y no cura

común, si a los militares no le tembló el pulso para asesinar dos obispos.

Grave fue en esos años para los cuadros militantes quedar sin protección de su

organización armada. Un clandestino que quedaba sin casa, sin dinero y sin una red que

lo contenga era presa fácil de los cazadores de hombres. Esto le sucedió a centenares de

jóvenes. Carlos Labolita y su mujer a quien los Kirchner dieron cobijo en La Plata

(secuestrado el 25-04-76), la organización Montoneros los había dejado sin casa y sin

dinero. El mismo Rodolfo Walsh estaba “desenganchado” y según Verbiskty cayó por

culpa de Miguel Bonasso, que no le llevo los pasajes para salir del país. A lo que Bonasso

responde que en realidad Verbistky era doble agente de la Aeronáutica y mando presos a

sus compañeros incluyendo a Walsh.

Como vemos en esta última controversia publica entre dos importantes personajes de los

70 las sospechosas sombras del “algo habrán hecho” para estar vivos, se extiende como

una gran mancha que no deja libre ni al Papa, ni tampoco a sus detractores.

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