Alzar nuestros pañuelos blancos desde casa
Hoy es un día especial. Un día que moviliza. Además de a millones de argentinas y argentinos a presentarse incondicionalmente en todas las calles y plazas del país, moviliza un millón de sensaciones en mí.
Yo solo tengo 20 años, y esta historia comenzó hace 44. Yo no lo viví, pero lo siento como si hubiera estado allí. Me duele en el alma como si me hubiera faltado alguien, como si me hubiesen torturado en aquellos centros clandestinos. Debe ser por esa empatía híperdesarrollada que llevo dentro… Mi madre concurre a las marchas cada 24 desde que yo tengo uso de razón. Me ha llevado con 5 años, con 10, con 12, con 15 años, hasta que a mis 17 años fui sola por primera vez, y me comprometí a la causa como propia. La hice propia. La llevo en la piel. Madres y Abuelas para mí son un ejemplo y un modelo de lucha. El día que vi que la bandera de lucha que se llevaba por la legalización del aborto seguro, legal y gratuito, era un pañuelo me sentí completa. Sentí que yo debía formar parte de eso, que esa era mi lucha.
Hoy es un día especial. Porque por primera vez, en 34 años desde que Madres y organismos de DD.HH llevan cada 24 la consigna por la Memoria, la Verdad y la Justicia en las calles, no podemos cumplir con nuestro deber. Porque es eso, para las y los que nos comprometimos con la consigna es un deber al que no le podemos fallar.
Sabemos que la Memoria no se borra, e igual todas y todas ponemos nuestro granito de arena desde nuestras casas, con una foto, una publicación o un video. Pañuelos blancos se alzan en todos los balcones, terrazas y ventanas de cada casa recordando, que en esta oportunidad no concurrimos a las calles por una fuerza mayor que nos excede a todos y a todas. Y visibilizando que el pueblo no se olvida, y que las abraza, a las Madres de la Plaza.
Guadalupe Vazquez Bambill
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