La sorpresiva noticia, en la tarde de hoy, de que la Argentina producirá en serie y bajo la licencia rusa, la vacuna Sputnik V es un dato que ha producido un inmenso orgullo y una gran alegría al conjunto de los argentinos.
El Instituto Independencia se suma a ese orgullo y a esa alegría. Nuestro país ha dado y continúa dando una enorme batalla, que ya involucra a muchas generaciones, para construir una industria que dé trabajo y genere riqueza al conjunto de nuestra sociedad. Para ello, y desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, a fines de la década del ’30 del siglo pasado, el Estado nacional ha desplegado recursos económicos y humanos para lograr las condiciones necesarias para ese desarrollo. Desde la consolidación de un mercado interno -a partir del pleno empleo y buenos salarios- hasta la gratuidad de la enseñanza universitaria, pasando por la creación y fortalecimiento de diversas instituciones dedicadas a la investigación y el desarrollo científico-tecnológico, la Argentina industrial ha resistido los embates de dos sectores que, empecinadamente, han trabado, por todos los medios, el despliegue de esa voluntad nacional: la vieja oligarquía agraria, hoy en declinación, y su nexo con el capital financiero y las fuerzas políticas y económicas del imperialismo.
Cada intento de generar las condiciones de un país capitalista autónomo, de altos salarios y pleno empleo, de sindicatos fuertes y convenciones colectivas de trabajo, de fortalecimiento de la ciencia y la tecnología aplicada al desarrollo industrial, fue resistido encarnizadamente por esos sectores, a veces con criminales golpes de estado militares, como el de 1955 o el de 1976, o con enjuagues políticos y burlas a la voluntad popular, buscando retrotraer al país a su condición de una economía primaria, agroexportadora y de acumulación de capital en paraísos fiscales.
Que la Argentina sea el primer país de América Latina en poder producir la vacuna que salvará a millones de seres humanos del flagelo del Covid 19 es la mejor prueba de que todos esos esfuerzos, toda esa lucha de generaciones de trabajadores privados y estatales, empresarios, científicos, técnicos, investigadores y productores no ha sido en vano.
Pese a todo, la voluntad de una Argentina industrial, libre y soberana ha sobrevivido y hoy, con todos nuestros compatriotas de buena fe, queremos celebrar ese hecho.
Esta noticia nos llena de orgullo y nos hace un pueblo más poderoso.

Mesa Directiva del Instituto Independencia